Acción colectiva, pandemia y economía
Las noticias son cada vez más preocupantes. La no contención de la pandemia ha desencadenado una ola de muertes que embarga de tristeza a miles de familias y deteriora el desempeño de las empresas y de la economía, tanto regional como nacional. Las cifras alientan el pesimismo. Colombia, desde la perspectiva de la salud, se acerca a los 90.000 fallecidos. Respecto de la economía, decreció un 6,1% en su Producto Interno Bruto (PIB). La pobreza monetaria, incluida la de carácter extremo, alcanzaron el 42,5% y el 15,1% de la población, respectivamente, lo cual mina los avances alcanzados en la última década en este sentido.
En buena parte, el incremento de contagios y fallecimientos se debe al incumplimiento de las medidas sanitarias en diversas actividades. Algunos dirán que la penuria económica, o de cualquier otro tipo, conduce a la inobservancia de las mencionadas medidas. No necesariamente. A todos, como forma de prevención de la salud y recuperación de la economía, nos conviene acatar estas normas, e inclusive realizar control social para que se cumplan.
No obstante, aunque es beneficioso para todos cumplir las pautas de bioseguridad, individualmente puede ser más atractivo no hacerlo, así existan las sanciones institucionales del caso. Enfrentamos un problema de acción colectiva, que dadas las circunstancias adquiere mayor relevancia. De acuerdo con los expertos, un grupo de personas o una sociedad, ante la posibilidad de dedicarse o no a una determinada actividad, enfrenta un problema de acción colectiva: si es mejor para todos si algunos lo hacen a que no lo haga nadie, pero es mejor para cada uno no hacerlo. Para todos, puede o no ser mejor si todos lo hacen, que si nadie lo hace. En este caso, la actividad a la que se hace referencia es la atención de las normas sanitarias para contener la pandemia de la Covid-19.
En general, el cumplimiento de las reglas de bioseguridad mejorará las condiciones sanitarias del país, facilitará la recuperación de las empresas y de la economía. En términos particulares, si cada empresa permite que se desborden los aforos que le fueron permitidos, extiende los horarios de atención más allá de los establecidos o no implementa el uso de elementos de bioseguridad, su ejercicio financiero podría mejorar, pero a costa de una mayor exposición a riesgos de contagio para sus colaboradores y sus consumidores.
La reunión familiar o la fiesta de amigos traen instantes de felicidad, pero extensos momentos de angustia y algunos desenlaces fatales debidos al contagio en estos espacios, que son los principales focos de propagación de la pandemia.
Estos comportamientos egoístas y oportunistas, irracionales también, traen ganancias rápidas aparentes, pero, como está demostrado, el costo social y económico de ellos es enorme para la sociedad y ocasiona un efecto boomerang, pues, como consecuencia, se deben instaurar medidas para controlar el desbordamiento de la pandemia, como confinamientos, pico y cédula, entre otros, que socavan el desempeño de las empresas y de la economía.
Los problemas de acción colectiva, según los eruditos, se superan cooperando, es decir, actuando en contra del interés propio, de tal forma que se logre beneficiar a todos. En este caso, acatando las diferentes medidas emitidas por las autoridades para preservar la salud y la vida de las personas, la reactivación de las empresas y la economía, y conseguir un contexto que permita mantener cierta normalidad en las actividades humanas. Cooperar es definitivo para recuperarnos en todos los sentidos, especialmente en un escenario en el que no se tiene certeza del fin de la pandemia. En síntesis, para todos es conveniente cooperar.
Excelente mirada desde lo colectivo. un gran llamado a humanizar la humanidad
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