La
economía naranja, una oportunidad inmensa para Casanare
Durante los últimos años ha venido tomando
fuerza la expresión economía naranja.
Esta expresión, económica y empresarial, esta asociada a la creatividad, las
artes y a la cultura como sus principales insumos, y esta relacionada con los
derechos de propiedad intelectual, particularmente con los derechos de autor.
Para que estas actividades puedan asociarse a la economía cultural o creativa
deben hacer parte de una función directa de una cadena de valor creativa[1].
De acuerdo
con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la economía naranja es el
conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se
transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor esta determinado por
su contenido de propiedad intelectual.
Mas
allá de cualquier definición, John Howkins, el padre de
la economía creativa, establece que la economía creativa tiene que ver con las
ideas, el uso de estas ideas, la transformación permanente de las mismas para
un uso mas práctico por parte de la humanidad y con el hecho de que estas ideas
deben producir dinero. Es aquí, donde encontramos uno de los principales
problemas que enfrentan las iniciativas empresariales relacionadas con la
economía naranja. La mayoría de estas iniciativas son vistas como bienes
públicos y por consiguiente el acceso a las mismas se etiqueta como gratuito.
Esta situación desincentiva el surgimiento y/o crecimiento de este tipo de
emprendimientos. Por el contrario, lo que muestra la evidencia, es que la
economía creativa es un muy buen negocio.
Ilustración 1 Aportes de la economía naranja
a la economía global
Fuente: BID, 2013
Cómo
refleja la anterior ilustración, la economía creativa o economía naranja,
representa una porción bien importante de la economía mundial. En Colombia, las
actividades relacionadas con la economía naranja representan un 3.6% del
producto interno bruto PIB. El Gobierno Nacional, estima que a través de
diferentes medidas (políticas, planes, programas y proyectos), hará crecer las
actividades empresariales de la economía naranja hasta que representen un 6%
del PIB. No obstante, la apuesta de la economía naranja debe hacerse principalmente
desde las regiones. De hecho, la economía naranja fusiona valores económicos y
culturales, y encuentra su mayor potencial en el capital territorial, definido
como el conjunto de los elementos a disposición del territorio, de carácter
tanto material como inmaterial, que pueden constituir en ocasiones un activo o
una dificultad (Del Canto Fresno, 2000). Todos estos elementos constituyen la
riqueza del territorio.
Bienes y servicios culturales
El patrimonio histórico material e inmaterial, los bienes
relacionales, en parte incorporados al capital humano local, como el capital
cognitivo local, capital social, heterogeneidad cultural y además, los recursos
ambientales, entre otros, representan elementos que pueden ponerse a disposición
del desarrollo económico local desde las ideas, las buenas ideas que pueden
encontrar un lugar privilegiado en el mercado. En otras palabras, buena parte
de la economía naranja involucra las capacidades territoriales y por
consiguiente tiene que ver con los procesos de desarrollo económico local.
Ahora bien, un nuevo elemento que se incorpora al desarrollo
territorial y que facilita la difusión de de las empresas de la economía
naranja, desde la perspectiva del desarrollo eocnómico local, son las
tecnologías de información y comunicación TICs. Los avances exponenciales de la
tecnología, conocidos también como transformación exponencial, han facilitado
la promoción, difusión y comercialización, además de disminuir la
intermediación y mejorar la rentabilidad de las acciones empresariales
enmarcadas dentro de la economía creativa. En el presente, una buena idea puede
rápidamente difundirse y apropiarse por nichos de mercado en cualquier parte
del mundo, de tal forma que quienes conciben esta idea pueden, también, llegar
a generar ingresos y utilidades no imaginadas.
La economía naranja o economía creativa esta basada en el talento
y la cultura local. Sin embargo, al igual que cualquier otro negocio, requiere
de mucho esfuerzo, de encontrar los canales apropiados de distribución, así
como los mercados precisos. Además, un plan de negocios siempre será necesario
para facilitar que las ideas se conviertan en verdaderos emprendimientos
culturales y/o creativos.
A medida que las economías mundiales se vuelven cada vez más
competitivas y productivas, las claves de su éxito reposan cada vez más en el
ingenio y en las habilidades individuales. Hoy por hoy, la gran diferencia
entre los productos y servicios que tienen éxito y los que fracasan radica en
un buen diseño, tanto de procesos como de productos, y en una excelente gestión
de mercadeo[2].
El deseo de crear cosas que trascienden su dimensión pragmática
—que son bellas; que comunican un valor cultural a través de la música, el
teatro, el entretenimiento y las artes visuales, o que comunican una postura
social a través del estilo y la moda— es tan antiguo como la humanidad[3].
Los emprendedores de Casanare, con talento, mucho esfuerzo, una estrategia de
mercadeo adecuada, pueden ser ícono de la economía naranja. La gastronomía, la
música, las artesanías, el turismo de naturaleza, el entretenimiento, los
espectáculos asociados a nuestra cultura, entre otros, pueden encontrar una
oportunidad en todo el diseño institucional que se viene definiendo para impulsar
estas apuestas.
Emprendimientos como la banda musical The criollos, Amala, el
Garcero del llano, Artesanías Casabe, Bastimento Llanero, Walter Silva, Sembrando
Joropo, el Cimarrón de oro, Creapps o La Mamona, son algunos de las ideas que
llevadas a la práctica, partiendo del capital territorial de la región, se han
convertido en verdaderos íconos empresariales enmarcados en el concepto de
economía naranja. No sobra mencionar que en Casanare, de acuerdo con los
análisis de la Cámara de Comercio, existen 1.185 empresas dedicadas a la
economía creativa.
Estas empresas tienen activos por 120,5 miles de millones de pesos,
generan aproximadamente 2.000 empleos y tienen una vida superior a los 5 años.
En resumidas cuentas, la economía naranja es una carrera de
ingenio, de creatividad y talento, elementos interrelacionados. Se trata es de
aprender, desaprender y re-aprender permanentemente, de crear e innovar, de
aprovechar la puerta al mundo que brindan las TICs para acceder a cualquier
mercado, de utilizar los canales adecuados de distribución, de diseñar una
estrategia adecuada de mercadeo y de no depender de terceros, lo que implica un
enorme esfuerzo personal y empresarial.
La Cámara de Comercio de Casanare continuará trabajando con los
empresarios en la generación de capacidades de negocios, especialmente en las
de creatividad e innovación, que les permitan a estos ser mucho mas productivos
y a su vez competitivos. Para el año 2019 se ha proyectado iniciar con una
reflexión estratégica que permita posteriormente definir un plan de acción en
torno de una iniciativa clúster de empresas de la economía naranja en la región,
que a su vez se alinie y le saque provecho, para beneficio de las iniciativas
locales, a las políticas nacionales en esta materia.
[1]
La economía naranja esta inscrita en varias etiquetas como las industrias:
culturales, creativas, del ocio, del entretenimiento, de contenidos, por el
derecho de autor. Además se conoce como economía cultural y economía creativa.
[2]
Extraido de https://cerlalc.org/wp-content/uploads/publicaciones/olb/PUBLICACIONES_OLB_La-economia-creativa-una-guia-introductoria_V1_010210.pdf
[3]
Ibídem
Interesante artículo, excelente la iniciativa del cluster
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