La informalidad empresarial, perversa práctica contra la competencia

Por Carlos Rojas Arenas, administrador del BLOG. Ing Industrial, Esp Gestión Regional del Desarrollo, Esp Gerencia de Recursos Humanos, Ma, Estudios sobre Desarrollo. Actualmente Presidente Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Casanare - Colombia

La informalidad empresarial se entiende a partir del no cumplimiento de una serie de obligaciones legales y de acceso a la economía formal, tales como el pago de la seguridad social de los empleados, la operación con contabilidad, obtención del Registro Mercantil y del Registro Único Tributario. A pesar de lo anterior, hoy no existe una definición oficial establecida de lo que significa una empresa informal[1]. De acuerdo con la Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio (Confecámaras) en Colombia existen 1.450.520 empresas, divididas en 1.036.006 personas naturales y 414.514 personas jurídicas o formas societarias (S.A.S., Ltda., S.A., entre otras). Se estima que en el país unas 601.965 empresas, equivalentes a un 41.1% del tejido empresarial nacional, opera en condiciones informalidad[2].



Algunas de las principales consecuencias de la informalidad empresarial[3] en el país, entre otras, tenemos:



·         Evasión en renta equivalente al 1.7% del PIB. Es decir, cerca de 14.9 billones de pesos según cifras de la DIAN.

·         Evasión en IVA estimada entre el 1,2% y 3,6% del PIB. Esto representa entre 10,5 y 31 billones de pesos según la DIAN y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

·         Disminución de la productividad. Las empresas informales producen 2.5 veces menos que las empresas formales (Haussman y Mejía, 2011).

·         Cerca de 24 billones de pesos se dejan de percibir en el sistema pensional por cuenta de los ocupados informales (Consejo Privado de Competitividad, 2017).

·         Se dejan de recaudar 4 billones de pesos por la permanencia de informales con capacidad de pago en el régimen subsidiado (Giraldo, 2015).

Fuente: Extraída de http://rincondedavis.blogspot.com.co/2012/08/evitar-la-informalidad-empresarial-el.html

Las bondades de la formalidad han sido explicadas y argumentadas en diversos estudios e investigaciones[4]. Es fundamental destacar que aún no se han calculado las consecuencias que la actividad empresarial informal provoca sobre los empresarios formales en términos de mortalidad o salida de estas últimas del mercado.



En Casanare terminamos el 2017 con 20.861 empresas, de las cuales, el 82% corresponde a personas naturales y el 18% a figuras societarias. Según datos de la gerencia de formalización de la Cámara de Comercio de Casanare (CCC), que cada dos años realiza el censo empresarial georreferenciado existen, 8.138 empresas que operan en la informalidad, es decir que la cifra de informalidad empresarial está cercana al 40% en Casanare.



Se estima que solo el municipio de Yopal deja de recibir cada año por concepto del Impuesto de Industria y Comercio (ICA) una cifra aproximada a los 13.000 millones de pesos. Además, por concepto de impuesto predial de uso comercial no declarado se deja de recibir una suma no menos importante. Desafortunadamente, el empresario formal es quien termina asumiendo las cargas tributarias que no cumplen los informales. En esta línea, la formalidad empresarial tiene que ver también con el cumplimiento de las reglas definidas para ejercer actividades mercantiles por parte de quien decide entrar al mercado y beneficiarse de este, bajo figuras empresariales.



Uno de los espacios de encuentro más valiosos, con comerciantes y empresarios, que tiene la CCC es el “café empresarial”, un momento en el que el equipo ejecutivo de la entidad y el comercio de diferentes localidades establecen un diálogo, para analizar problemáticas y otros asuntos propios de la vida comercial y empresarial, alrededor de una taza de café casanareño. El año inmediatamente anterior, se realizaron 14 cafés en los que participaron cerca de 400 comerciantes comentando, argumentando y opinando sobre las adversidades que los aquejan.



Teniendo en cuenta lo anterior, es reiterativa la solicitud de los comerciantes, de combatir la informalidad: “¡necesitamos un mayor control a la informalidad empresarial porque este problema nos está llevando a una disminución en las ventas considerable que puede derivar en la terminación de nuestros negocios!”, afirman en grupo.  En este sentido, se expresa por parte del empresariado en general, una enorme preocupación por la realización paralela de actividades mercantiles en condiciones de informalidad por parte de muchos individuos y en diferentes tipos de actividades.



Se ha argumentado que la informalidad empresarial la explican causas como: (i) el desempleo y la necesidad de subsistencia; (ii) la alta carga tributaria; (iii) los bajos controles estatales; (iii) la existencia de muchos trámites para desarrollar las actividades formalmente; (iv) la falta de información con relación al proceso de formalización de las empresas; (v) los altos costos de nómina; y (vi) la poca confianza en el Estado por causa de ineficiencias y corrupción en el gasto público[5]. No obstante, las cifras evidencian que son más las personas que ingresan al mercado a través de empresas formales que informales. Es decir, más personas actúan bajo las premisas de la formalidad que de la informalidad.





Como se expresaba en líneas anteriores, aún no existe una medición, estimación o cálculo de los efectos dañinos que provoca la informalidad empresarial sobre la formal, expresado en incrementos de la tasa de mortalidad empresarial. No obstante, la presión constate que ejerce la vida mercantil informal sobre aquellos que consideran que es mejor estar en la ilegalidad es realmente perversa y atenta contra los propósitos, más que de crecimiento, de desarrollo de cualquier territorio.



Tal vez, ninguna práctica anticompetitiva es tan dañina como la informalidad empresarial. Posiblemente, no se registre un acto de competencia desleal que quiebra tantas empresas como está problemática lo hace. No existe, práctica restrictiva de la competencia que genere los huecos fiscales registrados por la informalidad empresarial. Seguramente, no hay acción en contra de la sana competencia empresarial que atente contra los propósitos de desarrollo económico y social; como la informalidad empresarial lo hace. En síntesis, la informalidad empresarial podría precisarse, no solo, como la peor practica contra la competencia, sino también, como una de las peores prácticas contra los grandes intereses de progreso y prosperidad de una sociedad.



Los individuos responden a los incentivos, y estos, así como sus mecanismos de implementación, son definidos formalmente por los organismos de poder. En consecuencia, se requiere de la estructuración de incentivos que propendan porque las actividades empresariales se realicen en el marco de la legalidad y promuevan el crecimiento y el desarrollo económico. En esta tarea, no menor, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), las alcaldías municipales y la Policía Nacional tienen una importante responsabilidad en la inspección, vigilancia y control del cumplimiento de las normas requeridas para el ejercicio del comercio.



Solo así se podrá hablar de un verdadero crecimiento empresarial y contrarrestar uno de los problemas más graves que tiene en este momento el país: ¡la informalidad!





[1] Extraído de https://compite.com.co/wp-content/uploads/2017/11/CPC_Informalidad-V03.pdf
[2] Ibídem
[3] Extraído de: https://compite.com.co/wp-content/uploads/2017/10/3.-Informalidad-Rafael.pdf
[5] Santa María M. & Rozo S. (2008). Informalidad empresarial en Colombia: alternativas para impulsar la productividad, el empleo y los ingresos. Colecciones desarrollo productivo de Fedesarrollo. Recuperado el día 31 de enero de 2018, del sitio web de Fedesarrollo http://www.repository.fedesarrollo.org.co/handle/11445/1207

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